sábado, 22 de febrero de 2014

5. Amman, Jordania


    Desde los rincones más recónditos de Amman, si miras al cielo, se puede divisar allá a lo lejos, en lo más alto de una colina, la Citadel.  Esta coronada por un palacio en las nubes, lo llaman Umayyad, ¡es allí adonde me dirijo! 


El camino de ascenso, se convierte en una senda infinita e insondable. El día, está cargado de una bochornosa e intensa humedad, ha llovido durante la mañana. El cielo color antracita, está totalmente cubierto por alargadas nubes, que ha modo de telón, esconden cualquier atisbo del Sol.  Las altas temperaturas, tintan de un tono abrasador mi expedición. La tenue preocupación de jamás alcanzar la cima, hace acto de presencia. 
  

Estoy rodeado de un paisaje caótico, formado por un entramado de casas, superpuestas las unas sobre las otras. Una masa incongruente de deidades pasadas y aspiraciones rotas.  Esta visión hace que resuene en mi cabeza, “Isolation” una de esas viejas canciones tan desconsoladas y oscuras de Joy Division. Desconozco el cómo, también, el por qué, pero de repente, allí me encuentro, ¡Solo! Sin embargo, esa soledad me embriaga, desbordado por la emoción que causa el encontrarse de nuevo ante la tan rara realidad. 



  Esta imagen quedo galvanizada en mi memoria, la armonía entre razas, culturas y preceptos religiosos dispares, sin importar, ni Reyes ni Reinas, ni Dioses, ni los nobles de espíritu, es Real! Me encontraba en el corazón de un país, en el que judíos, cristianos y musulmanes comparten su fe y su bienestar en las calles. Esta unión se escenifica en cualquier aspecto de la vida cuotidiana, claro ejemplo de entendimiento y civismo. 
Desmontando las farsas enemistades entre cultos que el gran dios Capital quiere comercializar. ¡La convivencia es posible y nutritiva! La existencia social, cultural y económica de este lugar pone en entredicho el modelo imperialista de la sociedad occidental y sus programas armamentísticos.    


Ellos han aprendido a convivir, engarzados por el hacinamiento de sus hogares. ¡Así es! en ocasiones mirando en lo más profundo de la anarquía, encontramos el orden. No todo está trazado por líneas rectas que debemos seguir faltos de la sagrada opinión que nos plantee cuestiones. Nuestro entorno es un fiel reflejo de lo que esconde nuestra naturaleza, desdibujados entre las religiones y las creencias, alejándonos de nuestras instintivas formas de relación que se apoyan en la voluntad de encuentro jovial y amistoso. 

   
 La curiosidad no mato al gato, una de las uvas del racimo bomba, desmembraron su diminuto corazón. Cuando una aventura, nos deja marcados en lo más profundo, ¡seguirá creciendo en el interior!


    No ceses nunca la lucha por un entendimiento pacifico.